Inicio desactivadoInicio desactivadoInicio desactivadoInicio desactivadoInicio desactivado
 

La dinamización de la cultura debe afrontarse desde todos los ángulos posibles. Pensamos en cultura cuando visitamos museos, salas de exposiciones, teatros, cines, conciertos… Las bibliotecas pueden ser todo eso y mucho más. Son un importante foco de dinamización cultural si se aprovechan todos sus recursos y a sus profesionales.



El modelo tradicional de biblioteca ha sufrido una profunda transformación en cuanto a su relación con la ciudadanía y los servicios que prestan. Este cambio unido al imparable avance de las tecnologías de la comunicación ha dinamitado las relaciones entre centro y público creándose una gran cantidad de actividades culturales que son publicitadas, dinamizadas y recogidas con bastante éxito entre la gente.

Las bibliotecas disponen de una conexión con su público muy alta, una cercanía muy por encima de lo normal. Prácticamente en todos los barrios y distritos de las ciudades existe una biblioteca, iniciativas como el bibliobús que circula por entornos rurales, el bibliometro para aprovechar los viajes dentro del metro de las ciudades, existen bibliotecas en los colegíos e institutos, las bibliotecas universitarias y otras tantas de índole privado. Siempre dispondremos de alguna cercana. Definitivamente se podrían calificar como centros de participación ciudadana. Ese es uno de sus principales activos, la cercanía al público. Pero las bibliotecas no se pueden quedar como una mera sala donde se amontonan libros o se puede ir a estudiar disfrutando de su silencio y tranquilidad. Las bibliotecas deben nutrirse y ofrecer actividades culturales que acerquen todo ese saber al mayor número de público posible.

Las bibliotecas se entienden como centros cuya función social e inclusiva genere espacios de acceso universal a la cultura y al conocimiento desde los que se diseñan los recursos para fomentar la lectura que permita generar una importante masa de lectores críticos.

Para organizar y difundir las actividades es necesario que los profesionales bibliotecarios desplieguen un calendario anual medido y estudiado donde dar cabida a todas ellas y su difusión.

Una de las misiones de las bibliotecas públicas es la de "prestar apoyo a la autoeducación y la educación formal de todos los niveles”
(Manifiesto de la IFLA/UNESCO sobre la biblioteca pública)
Click to Tweet


La promoción de las actividades culturales aumentará la masa de público a las que van dirigidas. Para conseguirlo, se utilizan de forma constante las redes sociales de modo que el público conozca los servicios, las colecciones y las actividades que se desarrollan en las bibliotecas. Los bibliotecarios deben estar al tanto de las últimas novedades, así como de las tendencias que puedan atraer a un mayor número de personas. Por supuesto, el trabajo en equipo es importante ya que la difusión de actividades culturales requiere un equipo de personas que puedan coordinarse para dar cumplimiento al calendario propuesto. Y estas personas no solo abarcan el ámbito bibliotecario si no que debe ser un esfuerzo dirigido y coordinado que va desde las instituciones culturales en las que nacen las ayudas económicas para proyectos culturales que implican a las bibliotecas con objetivos más concretos para lograr una mayor dinamización cultural.

Biblioteca

Actividades y profesionales

La biblioteca puede servir como catalizador de numerosas actividades realizadas con diferentes organismos.

Las colaboraciones con instituciones culturales son un binomio clásico. Pero no hablamos de actividades culturales que sirven como adorno puntual para publicitar a la biblioteca, sino de un movimiento de colaboración real entre la biblioteca e instituciones como universidades, institutos privados, consejerías, ayuntamientos…

La colaboración con organismos públicos de diversa índole puede servir como objetivos para la promoción de la lectura o educar a la población sobre diversas temáticas que pueden ir relacionadas con su ubicación geográfica, efemérides, salud y hábitos saludables, tradición cultural, nuevas tendencias, ocio, uso de las tecnologías, talleres de lectura, disciplinas humanísticas o técnicas etc.

Las posibilidades son tan amplias como lo sea el ingenio y la imaginación de los profesionales que las planifiquen siempre y cuando tengan en cuenta la participación ciudadana en estas actividades sin la cual, carecerían de sentido.

Utilizando al público y su participación como baremo principal la evaluación de resultados permitirá saber qué ha funcionado y en que se debe mejorar para lograr una mayor difusión. Poner al usuario en el centro del diseño de actividades posibilitará nuevas formas de interacción y transmisión del saber y la cultura. Siempre estas tareas deberán ser tareas inclusivas que no dejen a nadie atrás y engloben al mayor número de personas.

Se pueden realizar concursos, talleres, ciclos temáticos, cuentacuentos, debates, conferencias o exposiciones con tal de recrear la biblioteca como lo que es, un espacio de integración ciudadana y acceso a la cultura.

No en vano se crearon directrices en este sentido como la IFLA/UNESCO para el desarrollo del servicio de bibliotecas públicas, que perseguían dotar a las bibliotecas de una importante actividad cultural que corresponda al nuevo mundo de la información en el que se desenvuelven hoy en día.

Para “prestar apoyo a la autoeducación y la educación formal de todos los niveles” (Manifiesto de la IFLA/UNESCO sobre la biblioteca pública), las bibliotecas necesitan dimensionar correctamente los recursos humanos existentes para que puedan desarrollar las tareas reseñadas (y a otras muchas que veremos en próximos posts).  

A través de los perfiles de trabajadores de las bibliotecas podemos comprender la necesidad de distintos trabajadores que realizan tareas diversas y que deben ser conducidos a través de una verdadera cooperación y de trabajo en equipo.

Desde la dirección de la biblioteca, los técnicos, bibliotecarios, analistas y especialistas se conforma un verdadero equipo que muchas veces, por desconocimiento, queda englobado bajo el término “bibliotecario”. La realidad es bien distinta en los servicios bibliotecarios y es que se necesitan muchos perfiles híbridos con funciones y competencias diferenciadas para dar un buen funcionamiento a las bibliotecas y a su labor de dinamización de la cultura.